Cuando el calor empieza a hacerse notar, llega el momento de quitarse capas de ropa y de empezar a lucir nuestra piel. Precisamente, ese es el momento en el que la mayoría piensa en hacerse un tatuaje. La razón es obvia: tenemos más superficie de piel a la vista y nos apetece lucir alguna novedad en ella, en forma de tatuaje.

Sin embargo, el verano no es la mejor época para tatuarse: sudamos más y nos exponemos constantemente a la acción de los rayos del sol sobre la piel. No solo cuando vamos a la playa o a la piscina, sino también cuando caminamos por la calle.